Mujeres: pilares fundamentales de la economía nicaragüense

Jue, 02/21/2013 - 12:14 -- valentinah

Las mujeres nicaragüenses no solamente representan un poco más de la mitad de la población de Nicaragua, más aún, con el aporte de su trabajo, se han erigido como pilares fundamentales de la economía nacional. Sin embargo, este aporte ha estado invisible como resultado de la socialización patriarcal que les asignó roles socialmente construidos y marcadamente diferenciados al de los hombres. De esta manera, y sin ningún soporte material, se creyó en una división sexual del trabajo donde se ubicó a la mujer como responsable del trabajo doméstico y al hombre del trabajo productivo. Si bien es cierto, la mujer nicaragüense es la principal responsable del trabajo doméstico, también es cierto, y la historia económica de Nicaragua lo demuestra, que las mujeres nicaragüenses siempre han estado incorporadas al trabajo productivo. 

Las investigaciones de FIDEG, a lo largo de la década recién pasada, muestran la real participación de las mujeres en la economía de Nicaragua. Los principales resultados de estas investigaciones muestran lo siguiente:

  • Las mujeres generaron el 40% del producto interno bruto de Nicaragua en ese período. Es decir, que las mujeres no solamente son mayoría demográfica, no solamente son amas de casa, sino que en el ámbito económico son de suma importancia, ya que con su trabajo productivo aportan casi la mitad de la riqueza que se produce en el país.
  • La participación de la mujer como jefa de hogar se ha incrementado a lo largo de los últimos años. Mientras en 1995/96 el 27.4% de los hogares tenía como jefa a una mujer, en el año 2000 el porcentaje de hogares con jefatura femenina se incrementó al 33.1%. En las ciudades es donde se ubican los mayores porcentajes de hogares con jefatura femenina. De hecho, estos hogares se incrementaron del 32.7% en 1995 al 38.5% en el año 2000. En las zonas rurales los hogares jefeados por mujeres pasaron del 19.6% al 27.7% en el período mencionado.
  • La familia compuesta por el padre, la madre y los hijos (nuclear), es el estereotipo de familia que el sistema patriarcal ha querido imponer en la mente de los nicaragüenses. Los libros de enseñanza, los mensajes religiosos y la fuerte propaganda comercial van encaminados en este sentido. Sin embargo, la realidad muestra que, si bien es cierto, la familia nuclear existe en Nicaragua, no es la predominante. Estudios de FIDEG mostraron en 1995/96 que la familia nuclear representaba el 47.7% del total de familias, mientras las familias extendidas y monoparentales conformaban el 52.3%. En el año 2000 esta estructura familiar se ha modificado sustancialmente. La familia nuclear ha reducido su participación en 13.3 puntos porcentuales en los últimos cinco años, mientras las familias extendidas se han incrementado en 14.9 puntos porcentuales. Para el año 2000 la familia con un mayor peso porcentual fue la nuclear extendida (37.9%), seguida de la nuclear (34.4%), monoparental extendida (21.2%) y monoparental (5.1%).
  • Los cambios bruscos que han experimentados las familias nicaragüenses obedecen esencialmente a problemas económicos. La migración de miles de hombres y mujeres hacia otros países en busca de trabajo para enviar dinero y garantizar la sobrevivencia familiar, ha obligado a que muchos hogares se junten para garantizar el cuido de los hijos y reducir costos. De esta manera, las familias nicaragüenses son familias acordeones, en la medida que se juntan y se separan según dispongan o no, de recursos económicos.
  • La participación de la mujer en la PEA ha crecido notablemente, reflejándose un mayor crecimiento en los últimos 10 años, lo que coincide con la mayor incorporación de la mujer al mercado de trabajo, producto de la crisis económica que atraviesa el país. Mientras en 1950 las mujeres nicaragüenses constituían el 18% de la fuerza de trabajo del país, en 1995 un estudio de FIDEG muestra que este porcentaje se elevó al 42%. La incorporación acelerada de las mujeres al mercado de trabajo da pautas para afirmar que, en un tiempo cercano, las mujeres serán aproximadamente la mitad de la fuerza de trabajo disponible en Nicaragua.
  • Entre 1995 y el año 2000 la PEA ha mostrado un comportamiento incoherente con las características poblacionales de Nicaragua. De hecho, en un país como Nicaragua, donde la población joven tiene un peso significativo, la PEA, tendría que mostrar un comportamiento creciente, ya que año con año, son más las personas que demandan entrar al mercado de trabajo, que aquellas que tienen que salir del mismo. No obstante, en los últimos cinco años este indicador mostró una tendencia oscilante, pero no mayor que el porcentaje reflejado en 1995/96. La reducción y estancamiento de la PEA, en los últimos cinco años, significa que muchos de los recursos humanos en el país se están viendo obligados a abandonar la PEA. Es decir, a abandonar su condición de ocupados o desocupados. Ahora hay que preguntarse por qué muchas personas están abandonando la PEA. Los resultados de las investigaciones que realiza FIDEG evidencian que son muchas las personas que al no encontrar una alternativa de trabajo en lugares cercanos a su residencia habitual, migran a otras zonas, sea dentro o fuera del país. De hecho, la lenta reactivación de la economía, el poco dinamismo del sector privado para absorber a la fuerza laboral que presiona por entrar mercado de trabajo y la saturación del sector informal, continúan siendo los principales factores que inciden en esta situación.
  • La tasa de ocupación se ha reducido significativamente en los últimos 5 años. Mientras en 1995/96 era del orden del 62.9%, en el año 2000 se redujo al 52%. Es decir, que el porcentaje de personas que tenían acceso a un empleo se redujo de manera sustancial. No obstante, esta reducción de oportunidades de trabajo no se ha reflejado en una mayor tasa de desempleo, lo que vuelve a confirmar que la migración es el elemento que está funcionando como el principal mecanismo de ajuste del mercado laboral. A lo largo de los últimos cinco años, hombres y mujeres han sido afectados por una reducción en la tasa de ocupación, sin embargo, son los hombres los que presentan una reducción en lo que se refiere a la contracción en el acceso al empleo.
  • El desempleo abierto no ha cumplido la función de mecanismo de ajuste del mercado laboral, ya que año con año este indicador ha mostrado una disminución continua. De hecho, entre 1995 y el año 2000, el desempleo disminuyó en los hombres del 16.3% al 7.6% y en las mujeres pasó del 9.2% al 6%. En FIDEG, reiteradas veces hemos afirmado que el problema del empleo en Nicaragua no es el desempleo abierto, entendido como la falta absoluta a un empleo asalariado o por cuenta propia, sino la calidad del empleo al que tiene acceso la mayoría de la PEA. De hecho, los datos muestran que del total de personas que tienen un empleo, el 43.1% trabajan en condiciones de subempleo, que significa trabajar duro y ganar poco, es decir, ganar solamente para cubrir aquellas necesidades más básicas. Esta situación afecta en mayores porcentajes a las mujeres, quienes en un 51.2% se ubican en el subempleo y los hombres en un 37.2%.
  • Los estudios de FIDEG, reflejan que durante 1999 el 23.5% de la PEA experimentó movimientos migratorios hacia dentro y hacia fuera de Nicaragua, elevándose este porcentaje al 36.7% de la PEA en el año 2000. Tanto en 1999 como en el año 2000, las mujeres experimentaron mayores niveles de migración que los hombres. Del total de personas que migraron en 1999, el 17.9% lo hicieron hacia el exterior, especialmente a Costa Rica, porcentaje que se elevó al 18.9% en el año 2000. Aún cuando la migración que va más allá de las fronteras involucra a hombres y mujeres, son los hombres los que muestran los mayores porcentajes de migración. En la Nicaragua de hoy, el principal rubro de exportación se llama MIGRACION DE MANO DE OBRA, y son muchas las familias que se han desprendido al menos de uno de sus miembros, para que el resto pueda sobrellevar la aguda situación económica que padecen. Si bien es cierto, las remesas en dinero o en especie, que envían las personas que migran, alivian un poco la situación económica de sus hogares, también es cierto que la migración provoca desintegración familiar y problemas sociales de mayor cuantía, especialmente en aquellos hogares donde la madre es la que se ve obligada a migrar y los hijos quedan a cargo, en el mejor de los casos, de parientes —por falta de padre— y, en el peor de los casos, a cargo de vecinos y amigos.
  • El sector informal continua siendo la única alternativa para hombres y mujeres que no logran insertarse en sectores más modernos y dinámicos de la economía. En el año 2000, del total de personas que desarrollaban una actividad económica, el 71.3 lo hacía en el sector informal. La participación de hombres y mujeres muestra diferencias en este sector. Los hombres tienen una participación de 68.4% por cada 100 que trabaja y las mujeres de 75.5%. Se está haciendo mención de un sector determinante para la sobrevivencia de las familias nicaragüenses, y en especial de las mujeres, en la medida que este sector está proporcionando la mayoría de los empleos a la población trabajadora. Es decir, es en el sector informal donde la mayoría de la PEA ocupada de hombres y, en especial, de mujeres, encuentran una alternativa para generar ingresos y garantizar las necesidades esenciales de sus miembros.
  • La pobreza afecta a una buena parte de la población nicaragüense y su lectura está determinada por el método con que se mida. El método combinado, como su nombre lo indica, muestra los hogares que padecen pobreza por necesidades básicas insatisfechas y por falta de ingresos. Es decir, que este tipo de pobreza es la más dramática. Los hogares pobres pasaron del 82.5% en 1995/96 al 87.4%. La pobreza que más afectó a los hogares es la reciente y la crónica. La pobreza reciente refleja la situación de los llamados nuevos pobres, aquellos que tienen satisfechas sus necesidades básicas como vivienda, servicios básicos, educación, pero sus ingresos se han reducido notablemente y han caído bajo la línea de pobreza. Se podría afirmar que la pobreza más drástica es la crónica, ya que las personas se ven afectadas no solamente en sus ingresos, sino en la calidad de sus viviendas y de su acceso a servicios básicos y educación. Los datos reflejan que este tipo de pobreza se ha incrementado en los últimos cinco años. Mientras en 1995/96 el 53.6% de los hogares nicaragüenses enfrentaban la pobreza crónica, en el año 2000 este porcentaje se había incrementado a 60.1%. 
  • Si bien es cierto, los datos de FIDEG han mostrado que la pobreza no tiene rostro de Mujer, sino que Nicaragua tiene rostro de pobreza, y que la pobreza de las mujeres radica en la exclusión a la que han sido sometidas en la distribución de los beneficios del desarrollo como es la tierra, el crédito, la asistencia técnica y la capacitación, los datos de este estudio muestran una situación de deterioro en las condiciones de vida de las mujeres jefas de hogar. 
  • Hombres y mujeres generan ingresos para la manutención de sus familias. Las investigaciones de FIDEG muestran que del total de los ingresos generados por las personas que tienen un empleo, el 68.7% lo aportan los hombres y el 31.3% las mujeres. Una explicación a estas diferencias en la generación de los ingresos puede encontrarse en los bajos ingresos que perciben las mujeres. Las investigaciones muestran que por lo general el ingreso de las mujeres está en un 33% por debajo del ingreso de los hombres, todo ello como consecuencia de la forma desigual en que hombres y mujeres se incorporan al mercado de trabajo.
  • Las investigaciones también muestran que la lógica en la distribución de la forma de gastar el dinero de hombres y mujeres tiene sus variantes. En efecto, mientras los hombres destinan a la compra de alimentos el 39.3% de sus ingresos, las mujeres lo hacen en un 49%. La misma tendencia sucede con los gastos en salud y educación, donde las mujeres destinan más ingresos para cubrir estas necesidades. La diferencia más fuerte, en la lógica de gastar el dinero, se encuentra en el ahorro y la inversión. Los hombres destinan el 22.4% de sus ingresos para ahorro e inversión, mientras las mujeres lo hacen en un 5.8%. Si se escudriña la realidad, se puede encontrar diversas explicaciones a esta situación:

a) Las mujeres le dan mucha importancia a la alimentación, salud y educación de su familia y no les queda dinero para ahorrar. Como muchas mujeres afirman, cuando reciben su dinero ya lo deben en la pulpería o en la farmacia.

b) Las mujeres ganan mucho menos que los hombres y todo lo que perciben lo tienen que gastar

c) Las mujeres solas, jefas de hogar, no tiene nadie que les apoye en la manutención de sus familias, por lo tanto, les es imposible ahorrar.

d) Debido a la fuerte irresponsabilidad de muchos hombres, ellos entregan a las mujeres solamente una parte del dinero que ganan y se puede dar el lujo de ahorrar, invertirlo o despilfarrarlo. La mujer tiene que aportar todo su dinero para cubrir todas las necesidades del hogar. Es decir, que el hombro que las mujeres ponen les permite a los hombres ahorrar.

Estudios internacionales han demostrado que cuando se le da empleo a una mujer, se le está dando empleo a una familia, se está garantizando la sobrevivencia de un colectivo, lo cual ha sido corroborado por las investigaciones de FIDEG.