Desde el segundo semestre del año 2013, la amenaza deflacionaria global se aceleró e incluso expandió a Europa y Estados Unidos; también en la periferia e incluso en los mayores países de Europa.
En particular, en países como Portugal, Irlanda, Grecia, Chipre y España; al subordinarse a condicionadas y contraproducentes políticas de austeridad y ajuste estructural impuestas por la troika (BCE, UE y FMI).
Para el caso de Estados Unidos, las cifras de octubre de 2013 indican precios decrecientes, simultáneamente, en -0.1% tanto los precios al consumidor (ipc) como los precios pagados a los productores (ipm).
Finalmente, para China se observa una creciente desaceleración de la tasa de inflación, ésta cayó de 6.2% en agosto de 2011 a 2.7% en julio de 2013, excluidos los alimentos; si a esto se añade la reciente caída gradual del mercado de commodities, pueden preverse tiempos de turbulencia para las economías emergentes.