El segundo Bacheletismo: condiciones y expectativas

 

Oscar Ugarteche[1], Aura Montañez[2]

El 11 de marzo de 2014, Michelle Bachelet tomó posesión de la Presidencia de Chile por segunda vez. Se une así a la lista de mujeres mandatarias en América Latina, la región que concentra la mayor cantidad de mujeres en las jefaturas de Estado de sus países, indicando quizás una modernización social.

La mandataria entra en un momento tumultuoso para su país, pues el movimiento popular se expresa en agitaciones estudiantiles y sociales, con una ciudadanía frustrada ante una mejora económica reconcentrada y la sensación de que lo económico predomina sobre cualquier otro valor social. Dicha situación hizo que el ex presidente y millonario chileno Sebastián Piñera terminara su gobierno con niveles muy bajos de aceptación.

Conforme al programa de gobierno de Michelle Bachelet, la prioridad está en fortalecer la integración con América Latina y Asia Pacífico. El mercado intrarregional de Chile es diminuto y está partido casi exactamente en dos: a medias el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Alianza del Pacifico (AdelP). En 2013, tuvo un total de exportaciones hacia todos los países de la ALADI de 8,730 millones de dólares (mdd), e importaciones por 14,000 mdd, las exportaciones e importaciones de Mercosur fueron de 4,400 y 7,387 mdd respectivamente (Véase ALADI, 2014).

De otro lado, la AdelP avanza la integración política y busca entre otras cosas tener representaciones comerciales comunes en Asia, lo que ya han iniciado con Vietnam. Piñera firmó el último día de su gobierno el Protocolo del Acuerdo Marco de la Alianza del Pacífico, que libera 92%  de las partidas arancelarias del comercio con los socios de la Alianza (CNN Expansión, febrero 2014), esto deja pocos grados de libertad al nuevo gobierno para retroceder.

Chile quisiera consolidarse como “país puente” entre el Atlántico Sur y Asia Pacífico, ser el mediador y promotor de las relaciones entre América Latina y los países del sudeste asiático. En 2012 tuvo el intercambio comercial con las economías de la APEC sumó 96,400 mdd. De otro lado, 58.3% de la inversión extranjera hacia Chile proviene de las economías de la APEC, en contra partida, 26.8% de la inversión chilena se dirige hacia estos países (Véase Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales, marzo 2014), aunque están centradas en el Perú y Colombia.

De 2010 a 2013, firmó Tratados de Libre Comercio con Malasia, Vietnam, Hong Kong y un Acuerdo de Inversión con China. (Véase “Plan de Gobierno 2014-2018”, en) que es su mayor socio comercial de exportación con 23.3% del total, seguido por Estados Unidos con 12.3%, Japón 10.7%, Corea del Sur 5.8% y Brasil con 5.5 por ciento. 

La relación con China tiene varios obstáculos e impedimentos. El 75% de las exportaciones de Chile a China son cobre y los términos de intercambio no están mejorando conforme las importaciones chinas van adquiriendo mayor densidad tecnológica y las chilenas se mantienen en materias primas, minerales y vegetales. De acuerdo con la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco, enero 2014), órgano desconcentrado del Ministerio de Minería, las tendencias del precio del cobre no serán las más beneficiosas para Chile. El promedio del precio del cobre de 2012 fue de  360.5 dólares c/lb, bajó a 332.1 dólares c/lb en 2013 y aunque un terremoto en el país del Sur ha incrementado los precios a inicios de 2014, se espera que tenga un rango de fluctuación de 300 dólares c/lb a la baja durante el año en curso.

Lo que está por verse son los grados de libertad del nuevo gobierno que al fin y al cabo, en su administración anterior firmó el primer TLC con Estados Unidos pero que ahora está gobernando una economía sostenida durante el último par de años por el consumo. Más allá de trabajar en la ampliación de un mercado ampliado sudamericano, ¿Podrá Chile entrar en un comunidad de naciones? Han jugado a ser la Gran Bretaña en la región, el observador no participativo ¿Podrá Bachelet revertir esta política nacional? Si el mercado latinoamericano los ayuda, pragmáticamente virarán. Lo más alentador sin embargo son las señales mandadas al exterior al sostener reuniones dentro de CEPAL Santiago con el presidente del Uruguay, José Mujica.

De otro lado, el intento de cubrir la demanda ciudadana de recuperar la gratuidad de la enseñanza y mejorar la calidad de la educación junto con un programa público de pensiones para jubilados, expresión del límite real del programa privado de jubilación inventado por ellos, podría no verse contradicho por sus compromisos internacionales, en especial la AdelP. Lo cierto, es que se pueden esperar acciones determinantes, innovadoras y sagaces propias de su historia.

 

 

[1] Economista peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Miembro del SNI/Conacyt. Coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA) www.obela.org y presidente de ALAI www.alainet.org

[2] Miembro del proyecto OBELA, IIEC-UNAM.

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Tema de investigación: 
Desarrollo y medio ambiente