Febrero

Desbalance Etario del Bienestar

A mediados de los 90s se planteaba que la pobreza se estaba "juvenilizando"[1], argumentos que señalaban las consecuencias que la pobreza y los déficits experimentados al inicio de la vida podían acarrear en el desarrollo futuro de la población infantil y su trayectoria por las etapas posteriores del ciclo de vida.

Desde la perspectiva económica, se considera conveniencia de reorientar las políticas públicas hacia este tipo de intervenciones, destacando que las políticas orientadas a la infancia son altamente rentables para las sociedades, resolviendo a la vez objetivos de equidad y eficiencia, debido a sus importantes efectos sobre las etapas posteriores del desarrollo de los individuos.

La desigualdad entre grupos nacidos en distintos momentos del tiempo, identifica no las diferencias que existen en el bienestar de distintos grupos de edad, sino en cómo el bienestar -o los déficits- se transmiten de una generación a la siguiente -lo que se asocia a la idea de reproducción intergeneracional de la pobreza- o en cómo evoluciona el acceso al bienestar de las generaciones a lo largo del ciclo de vida.

Para América Lartina, el tema empezó a sonar a mediados de los 90's, en ese momento, diversas investigaciones señalaban la relevancia de estudiar los déficits que se concentraban en los primeros años del ciclo vital y sus implicancias para las posibilidades de acceso al bienestar de la población en las décadas siguientes, que indicaban la fuerte asociación que existía entre pobreza y presencia de niños en los hogares, así como entre la pobreza entre niños y adolescentes y algunas configuraciones familiares.

A finales de la década e inicios de la siguiente, la preocupación por el bienestar de las generaciones más jóvenes dio un giro importante, alertando sobre la progresiva sobrerrepresentación de los niños, adolescentes y jóvenes en la pobreza por ingresos en la comparación con el conjunto de la población y con otros grupos etarios.[2]

El Panorama Social de América Latina publicado en el año 2000 , planteaba que la pobreza entre las generaciones más jóvenes era más alta que la del total de la población. Otro estudio regional publicado un año después llegaba a conclusiones similares dado que señalaba que la pobreza se había reducido mucho menos entre los hogares con presencia de niños y adolescentes, lo que implicaba una sobrerrepresentación progresiva de la población infantil y adolescente en las categorías de pobreza y confirmando, una vez más, que esta población seguía siendo la más afectada por la pobreza y la indigencia. Cierto es que no todos los países reflejaban la misma distribución etaria de la pobreza e idéntico nivel de avance en el llamado proceso de "infantilización de la pobreza".

Se utilizan tres indicadores distintos para reflejar el fenómeno, en base al cálculo de pobreza absoluta: la razones o ratios entre i) la pobreza en niños y adolescentes y la pobreza en las edades típicamente activas - 18 a 64 años, ii) la pobreza en niños y adolescentes respecto a la pobreza total[3] iii) la pobreza en niños y adolescentes respecto a la pobreza en los adultos mayores de 65 años y más.

En algunos países -la Argentina, Chile, Panamá y el Brasil- la pauta de la desigualdad etaria ya se observaba con mayor fuerza. También en el Uruguay, el país que históricamente había mostrado menores niveles de pobreza y desigualdad, se registraba un comportamiento diferencial de la reducción de la pobreza entre distintos grupos etarios que dejaba a los niños y jóvenes sobrerrepresentados en esa categoría, lo que lo convirtió en un caso de especial atención para los investigadores. Un segundo grupo de países presentaba niveles "intermedios" de pobreza en la comparación regional y, al mismo tiempo, una proporción de pobreza más alta en las generaciones más jóvenes, con una tendencia a la baja en las edades típicamente activas y un nuevo repunte de pobreza en las edades más avanzadas. En algunos casos, como Colombia, este repunte era más leve, mientras que en otros, como México, Venezuela (República Bolivariana) y muy especialmente Costa Rica era muy marcado. 

[1] Refiriéndose al aumento de la pobreza en población infantil.

[2]CEPAL, 2000; Kaztman y Filgueira, 2001.

[3] Kaztman y Filgueira, 2001

MUJERES: Decisivas para la economía mundial.

Hace demasiado poco tiempo que las mujeres luchan por su efectiva equiparación en todos los ámbitos de la sociedad; de hecho, el voto femenino se aceptó por primera vez en el mundo a principios del siglo XX. Aún hoy, existen muchas diferencias tangibles, tanto en la progresista cultura del primer mundo como en los países en desarrollo.

Tomar conciencia de que todas las personas somos iguales y valemos lo mismo es fundamental e indiscutible. Hoy por hoy, nos indignaríamos si comprobásemos diferencia de trato evidente entre dos hombres de distinta raza. Sin embargo, conocemos que la mujer cobra menos por hacer lo mismo, tiene el acceso a puestos de liderazgo inconscientemente restringido, no se le facilita educación en demasiados casos, es asesinada por motivos culturales…y, mientras, permitimos que siga ocurriendo.

Un repaso a las cifras puede que nos haga ser más conscientes de la realidad, para que no lleguemos a caer en el error de creer que todo esto ocurre en un mundo que no es el nuestro. Los objetivos que la ONU estableció en el “Proyecto del Milenio” en septiembre del año 2000, están justo en la mitad de su plazo de cumplimiento, marcado para 2015 (www.un.org/millennium/declaration). Esta Declaración pretende conseguir un mundo mejor, y en ella se han implicado y comprometido 191 gobiernos. No es casualidad que la tercera de sus ocho metas generales consista en promover la igualdad de géneros y el fortalecimiento del papel femenino en la sociedad, lo que implica igualdad en todos los niveles de la educación y en todos los ámbitos de trabajo, el control equitativo de los recursos y una representación igual en la vida pública y política. Es un dato determinante que la participación de las mujeres en los puestos de decisión política se encuentre en la actualidad en las cotas más altas conocidas y, sin embargo, aún suponga únicamente el 16.3 %.

Tal y como afirma la Asesora Especial de la ONU en cuestiones de género, Rachel Mayanja, “hay otros ámbitos donde las mujeres siguen siendo invisibles y sus voces siguen sin ser oídas”, como la empresa, la universidad, la sociedad civil y la justicia. De hecho, sólo uno de cada cinco empleadores en el mundo es mujer, igual que son mujeres dos tercios de las personas que trabajan sin remuneración, según la ONU. Del mismo modo, exclusivamente la tercera parte de los emprendedores del mundo son mujeres -según el estudio Global Entrepreneurship Monitor-, aunque es una cifra en aumento, sobre todo en países con niveles de renta baja. Así, comprobamos que en Perú, por ejemplo, este porcentaje es del 39.3 %, mientras que en España llega sólo al 5.7%. Esta diferencia se debe a que la motivación varía según el nivel económico de cada nación; efectivamente, mientras en el primer mundo iniciar una actividad empresarial se trata de una cuestión de “oportunidad” de negocio, en el resto lo que mueve a la mujer emprendedora es la “necesidad”, que explica su alto grado de implicación. No hay que olvidar el papel fundamental de los microcréditos para hacer posible la puesta en marcha de estas acciones. Podemos comprobar también cómo la mujer avanza en su incorporación al mundo laboral en el índice de natalidad.

En España, por ejemplo, este índice ha disminuido considerablemente en los últimos 30 años, situándose de 3.2 a 1.3 hijos por mujer fértil. La emigración femenina ha conseguido aumentar algo esta última cifra, constituyendo, además, un motor económico para los países en desarrollo que consigue un trasvase de riquezas real y efectivo, a nivel nacional. Son precisas, no obstante, medidas de apoyo a la maternidad para que una mujer pueda compatibilizar adecuadamente su vida laboral y personal. En este sentido, conviene fomentar actuaciones como la de la Fundación “+Familia”, que otorga desde 2005 un certificado de “empresas familiarmente responsables” a aquellas que cumplan una serie de condiciones favorables en este sentido como flexibilidad de horarios, facilidad en el cuidado de hijos, etc. Otro indicador significativo de la desigualdad entre géneros es el desempleo. Según datos del Observatorio Joven de Empleo en España, la tasa de paro juvenil femenino (entre 16 y 29 años) superó en casi cinco puntos la masculina durante el segundo trimestre del 2007. Se comprueba igualmente que las mujeres en esta franja de edad cobran un 16.89 % menos que los hombres. Ha crecido el peso de las trabajadoras en el total de la población activa, pasando del 35 al 45 por ciento en los últimos treinta años; sin embargo, se las sigue encontrando con más facilidad en puestos de baja responsabilidad. El coste que tiene el hecho de que mujeres con titulación universitaria abandonen la carrera profesional para atender a sus familias ha sido medido por la Cambra de Comerç de Barcelona, para la Comunidad Autónoma de Catalunya, resultando la cifra de mil millones de euros anuales. Un punto decisivo para que todos estos parámetros cambien hacia la verdadera falta de diferencia, a nivel social, entre hombres y mujeres, es la Educación; lo que pensamos y transmitimos sobre estos temas es de impresionante importancia. Eva de la Peña, de la Fundación Mujeres, incide en esta cuestión fundamental: “es necesario que quienes queremos realmente educar en igualdad, reflexionemos, en primer lugar, sobre el sexismo interiorizado que arrastramos; en segundo, lo identifiquemos y, por último, nos atrevamos a cuestionarlo, cambiarlo y transmitirlo”.

La situación de desigualdad más allá del primer mundo es responsable de buena parte del subdesarrollo económico mundial. Allí se encuentran las cifras más alarmantes: - Más del 70 % de los pobres del planeta son mujeres. - De los mil millones de adultos analfabetos del mundo, dos terceras partes son mujeres. - De entre los 100 millones de niños que hay en el mundo sin escolarizar, entre 6 y 11 años, el 70 % son niñas. - Las mujeres no poseen ni el 2 % de las tierras de los países en desarrollo y sólo se les aplica el 10 % de las facilidades de crédito. No tienen acceso a la propiedad, al conocimiento ni a las pequeñas tecnologías agrícolas, cuando resultan ser las grandes responsables de la manutención de los hogares. Las mujeres producen entre el 60 y el 80 por ciento de los alimentos de los países en desarrollo y la mitad de los de todo el mundo. Y, sin embargo, nadie las reconoce en este papel fundamental del que aún nos estamos dando cuenta. Todos estos datos inducen a pensar que algo se nos está escapando. El problema se agrava con el hecho de que el sida sigue causando estragos en la población femenina y persisten problemas como la entrega del salario a padres y esposos, el matrimonio concertado, el asesinato de mujeres acusadas de adulterio, el secuestro de niñas para la explotación sexual infantil, o las ablaciones. Aunque cerrar los oídos a todo esto sea nuestra primera reacción, lo único que consigue es asegurar su continuidad.

Existen soluciones clave para paliar y puede que terminar con esta situación: son el acceso a la educación, a los recursos económicos y a la planificación familiar y reproductiva, entre otras. Está estadísticamente comprobado que las sociedades que mejoran la igualdad entre hombres y mujeres avanzan de modo más rápido y estable. Se reduce la tasa de fertilidad (que supone menos bocas que alimentar y menos personas pobres), así como la de mortalidad de madres y niños. En lo que respecta a la planificación familiar, es preciso que las políticas nacionales inviertan en la mejora de la salud sexual, ya que tiene la consecuencia inmediata de reducir la pobreza. “El acceso a servicios de salud reproductiva puede salvar la vida de las mujeres, lo que a su vez hace que los niños y niñas, las familias y la sociedad entera viva con mayor seguridad”, explica Nils Daulaire, presidente del Consejo Mundial de la Salud (Global Health Council). Una madre que conoce cómo no enfermar de sida, o cómo no tener más hijos de los que puede alimentar, es un seguro de supervivencia y un aumento en la calidad de vida para todas las personas de su familia. Estas medidas aplicadas a todo un país suponen una mejora inevitable de su situación económica y social. En cuanto al acceso a los recursos, según explica Carmen María Gallardo, Presidenta de la Comisión del Estatus de la Mujer en la ONU, “la mujer, de alguna manera, tiene de forma innata la predisposición de ayudar, de crear riqueza para su familia y su entorno…es importante reconocer a nivel internacional que la exclusión de las mujeres empobrece a las sociedades y afecta a la estabilidad económica de un país”.

Asimismo, estudios de la FAO confirman que la mujer es el pilar de la subsistencia a pequeña escala y, sin embargo, encuentra mayores dificultades que el hombre para acceder a los recursos necesarios para ello. Cada vez es mayor el número de hogares encabezados por mujeres en áreas rurales, donde los hombres emigran por falta de empleo o mueren por guerras, en los países en desarrollo. El hecho de que la mujer no consiga acceder a la tecnología y la propiedad para trabajar la tierra, acaba afectando al tipo de alimentación -que será más pobre-, a la mayor implicación de los niños en tareas pesadas para mantener el hogar y, al final del proceso, va en detrimento del capital humano del país. La tercera herramienta clave es la educación de las niñas en particular, que resulta igualmente muy eficaz para combatir la pobreza. No sólo porque aportarán mejores ingresos a su familia sino, principalmente, porque una madre formada sabrá cómo alimentar mejor a sus hijos que crecerán más sanos. Los bebés nacidos de madres sin educación tienen el doble de riesgo de morir antes de los cinco años. Y, en cualquier caso, dejar al 50 % de la población fuera de las aulas hace que un país sea la mitad de competitivo. En definitiva, la escolarización de las niñas reduce costes médicos, disminuye la malnutrición, la pobreza, la mortalidad infantil y fomenta el crecimiento económico de un país.  

http://www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras/index.htm
http://www.sabiduriaaplicada.com/index.php
http://www.bancomujer.org/home.htm 

Para Las Mujeres Iraquíes La Promesa Estadounidense De Democracia Es Todo Excepto Liberación

Arabia Saudita permitirá a mujeres trabajar en farmacias

RIAD, ARABIA SAUDITA (03/FEB/2013)

El ministro de Trabajo saudí, Adel Faqih, anunció que se va a permitir en breve a las mujeres trabajar en las farmacias, que hasta ahora solo emplean a hombres, informaron los medios de comunicación locales. Faqih explicó en un acto de una compañía privada que su ministerio trabaja para preparar un ambiente "seguro y adecuado" que garantice el empleo de las mujeres en las farmacias. El ministro, que no precisó cuándo entrará en vigor la nueva medida, reconoció que su departamento ha afrontado críticas por su programa destinado a ofrecer más oportunidades laborales a las saudíes. En enero del año pasado, las tiendas de productos femeninos de Arabia Saudí empezaron a contratar mujeres para sustituir a los dependientes masculinos, de acuerdo con una resolución del Ministerio de Trabajo. El pasado 11 de enero, además, el rey saudí, Abdalá bin Abdelaziz, decretó la entrada de treinta mujeres al Consejo Consultivo o "Shura", formado hasta ahora solo por hombres. Arabia Saudí es un reino ultraconservador wahabí -rama rigorista del islam- en el que últimamente se han tomado una serie de tímidas reformas aperturistas como la autorización en septiembre de 2011 a que la mujer participe como candidata y electora en las elecciones municipales que se celebran cada cuatro años.

Mujeres: pilares fundamentales de la economía nicaragüense

Las mujeres nicaragüenses no solamente representan un poco más de la mitad de la población de Nicaragua, más aún, con el aporte de su trabajo, se han erigido como pilares fundamentales de la economía nacional. Sin embargo, este aporte ha estado invisible como resultado de la socialización patriarcal que les asignó roles socialmente construidos y marcadamente diferenciados al de los hombres. De esta manera, y sin ningún soporte material, se creyó en una división sexual del trabajo donde se ubicó a la mujer como responsable del trabajo doméstico y al hombre del trabajo productivo. Si bien es cierto, la mujer nicaragüense es la principal responsable del trabajo doméstico, también es cierto, y la historia económica de Nicaragua lo demuestra, que las mujeres nicaragüenses siempre han estado incorporadas al trabajo productivo. 

Las investigaciones de FIDEG, a lo largo de la década recién pasada, muestran la real participación de las mujeres en la economía de Nicaragua. Los principales resultados de estas investigaciones muestran lo siguiente:

  • Las mujeres generaron el 40% del producto interno bruto de Nicaragua en ese período. Es decir, que las mujeres no solamente son mayoría demográfica, no solamente son amas de casa, sino que en el ámbito económico son de suma importancia, ya que con su trabajo productivo aportan casi la mitad de la riqueza que se produce en el país.
  • La participación de la mujer como jefa de hogar se ha incrementado a lo largo de los últimos años. Mientras en 1995/96 el 27.4% de los hogares tenía como jefa a una mujer, en el año 2000 el porcentaje de hogares con jefatura femenina se incrementó al 33.1%. En las ciudades es donde se ubican los mayores porcentajes de hogares con jefatura femenina. De hecho, estos hogares se incrementaron del 32.7% en 1995 al 38.5% en el año 2000. En las zonas rurales los hogares jefeados por mujeres pasaron del 19.6% al 27.7% en el período mencionado.
  • La familia compuesta por el padre, la madre y los hijos (nuclear), es el estereotipo de familia que el sistema patriarcal ha querido imponer en la mente de los nicaragüenses. Los libros de enseñanza, los mensajes religiosos y la fuerte propaganda comercial van encaminados en este sentido. Sin embargo, la realidad muestra que, si bien es cierto, la familia nuclear existe en Nicaragua, no es la predominante. Estudios de FIDEG mostraron en 1995/96 que la familia nuclear representaba el 47.7% del total de familias, mientras las familias extendidas y monoparentales conformaban el 52.3%. En el año 2000 esta estructura familiar se ha modificado sustancialmente. La familia nuclear ha reducido su participación en 13.3 puntos porcentuales en los últimos cinco años, mientras las familias extendidas se han incrementado en 14.9 puntos porcentuales. Para el año 2000 la familia con un mayor peso porcentual fue la nuclear extendida (37.9%), seguida de la nuclear (34.4%), monoparental extendida (21.2%) y monoparental (5.1%).
  • Los cambios bruscos que han experimentados las familias nicaragüenses obedecen esencialmente a problemas económicos. La migración de miles de hombres y mujeres hacia otros países en busca de trabajo para enviar dinero y garantizar la sobrevivencia familiar, ha obligado a que muchos hogares se junten para garantizar el cuido de los hijos y reducir costos. De esta manera, las familias nicaragüenses son familias acordeones, en la medida que se juntan y se separan según dispongan o no, de recursos económicos.
  • La participación de la mujer en la PEA ha crecido notablemente, reflejándose un mayor crecimiento en los últimos 10 años, lo que coincide con la mayor incorporación de la mujer al mercado de trabajo, producto de la crisis económica que atraviesa el país. Mientras en 1950 las mujeres nicaragüenses constituían el 18% de la fuerza de trabajo del país, en 1995 un estudio de FIDEG muestra que este porcentaje se elevó al 42%. La incorporación acelerada de las mujeres al mercado de trabajo da pautas para afirmar que, en un tiempo cercano, las mujeres serán aproximadamente la mitad de la fuerza de trabajo disponible en Nicaragua.
  • Entre 1995 y el año 2000 la PEA ha mostrado un comportamiento incoherente con las características poblacionales de Nicaragua. De hecho, en un país como Nicaragua, donde la población joven tiene un peso significativo, la PEA, tendría que mostrar un comportamiento creciente, ya que año con año, son más las personas que demandan entrar al mercado de trabajo, que aquellas que tienen que salir del mismo. No obstante, en los últimos cinco años este indicador mostró una tendencia oscilante, pero no mayor que el porcentaje reflejado en 1995/96. La reducción y estancamiento de la PEA, en los últimos cinco años, significa que muchos de los recursos humanos en el país se están viendo obligados a abandonar la PEA. Es decir, a abandonar su condición de ocupados o desocupados. Ahora hay que preguntarse por qué muchas personas están abandonando la PEA. Los resultados de las investigaciones que realiza FIDEG evidencian que son muchas las personas que al no encontrar una alternativa de trabajo en lugares cercanos a su residencia habitual, migran a otras zonas, sea dentro o fuera del país. De hecho, la lenta reactivación de la economía, el poco dinamismo del sector privado para absorber a la fuerza laboral que presiona por entrar mercado de trabajo y la saturación del sector informal, continúan siendo los principales factores que inciden en esta situación.
  • La tasa de ocupación se ha reducido significativamente en los últimos 5 años. Mientras en 1995/96 era del orden del 62.9%, en el año 2000 se redujo al 52%. Es decir, que el porcentaje de personas que tenían acceso a un empleo se redujo de manera sustancial. No obstante, esta reducción de oportunidades de trabajo no se ha reflejado en una mayor tasa de desempleo, lo que vuelve a confirmar que la migración es el elemento que está funcionando como el principal mecanismo de ajuste del mercado laboral. A lo largo de los últimos cinco años, hombres y mujeres han sido afectados por una reducción en la tasa de ocupación, sin embargo, son los hombres los que presentan una reducción en lo que se refiere a la contracción en el acceso al empleo.
  • El desempleo abierto no ha cumplido la función de mecanismo de ajuste del mercado laboral, ya que año con año este indicador ha mostrado una disminución continua. De hecho, entre 1995 y el año 2000, el desempleo disminuyó en los hombres del 16.3% al 7.6% y en las mujeres pasó del 9.2% al 6%. En FIDEG, reiteradas veces hemos afirmado que el problema del empleo en Nicaragua no es el desempleo abierto, entendido como la falta absoluta a un empleo asalariado o por cuenta propia, sino la calidad del empleo al que tiene acceso la mayoría de la PEA. De hecho, los datos muestran que del total de personas que tienen un empleo, el 43.1% trabajan en condiciones de subempleo, que significa trabajar duro y ganar poco, es decir, ganar solamente para cubrir aquellas necesidades más básicas. Esta situación afecta en mayores porcentajes a las mujeres, quienes en un 51.2% se ubican en el subempleo y los hombres en un 37.2%.
  • Los estudios de FIDEG, reflejan que durante 1999 el 23.5% de la PEA experimentó movimientos migratorios hacia dentro y hacia fuera de Nicaragua, elevándose este porcentaje al 36.7% de la PEA en el año 2000. Tanto en 1999 como en el año 2000, las mujeres experimentaron mayores niveles de migración que los hombres. Del total de personas que migraron en 1999, el 17.9% lo hicieron hacia el exterior, especialmente a Costa Rica, porcentaje que se elevó al 18.9% en el año 2000. Aún cuando la migración que va más allá de las fronteras involucra a hombres y mujeres, son los hombres los que muestran los mayores porcentajes de migración. En la Nicaragua de hoy, el principal rubro de exportación se llama MIGRACION DE MANO DE OBRA, y son muchas las familias que se han desprendido al menos de uno de sus miembros, para que el resto pueda sobrellevar la aguda situación económica que padecen. Si bien es cierto, las remesas en dinero o en especie, que envían las personas que migran, alivian un poco la situación económica de sus hogares, también es cierto que la migración provoca desintegración familiar y problemas sociales de mayor cuantía, especialmente en aquellos hogares donde la madre es la que se ve obligada a migrar y los hijos quedan a cargo, en el mejor de los casos, de parientes —por falta de padre— y, en el peor de los casos, a cargo de vecinos y amigos.
  • El sector informal continua siendo la única alternativa para hombres y mujeres que no logran insertarse en sectores más modernos y dinámicos de la economía. En el año 2000, del total de personas que desarrollaban una actividad económica, el 71.3 lo hacía en el sector informal. La participación de hombres y mujeres muestra diferencias en este sector. Los hombres tienen una participación de 68.4% por cada 100 que trabaja y las mujeres de 75.5%. Se está haciendo mención de un sector determinante para la sobrevivencia de las familias nicaragüenses, y en especial de las mujeres, en la medida que este sector está proporcionando la mayoría de los empleos a la población trabajadora. Es decir, es en el sector informal donde la mayoría de la PEA ocupada de hombres y, en especial, de mujeres, encuentran una alternativa para generar ingresos y garantizar las necesidades esenciales de sus miembros.
  • La pobreza afecta a una buena parte de la población nicaragüense y su lectura está determinada por el método con que se mida. El método combinado, como su nombre lo indica, muestra los hogares que padecen pobreza por necesidades básicas insatisfechas y por falta de ingresos. Es decir, que este tipo de pobreza es la más dramática. Los hogares pobres pasaron del 82.5% en 1995/96 al 87.4%. La pobreza que más afectó a los hogares es la reciente y la crónica. La pobreza reciente refleja la situación de los llamados nuevos pobres, aquellos que tienen satisfechas sus necesidades básicas como vivienda, servicios básicos, educación, pero sus ingresos se han reducido notablemente y han caído bajo la línea de pobreza. Se podría afirmar que la pobreza más drástica es la crónica, ya que las personas se ven afectadas no solamente en sus ingresos, sino en la calidad de sus viviendas y de su acceso a servicios básicos y educación. Los datos reflejan que este tipo de pobreza se ha incrementado en los últimos cinco años. Mientras en 1995/96 el 53.6% de los hogares nicaragüenses enfrentaban la pobreza crónica, en el año 2000 este porcentaje se había incrementado a 60.1%. 
  • Si bien es cierto, los datos de FIDEG han mostrado que la pobreza no tiene rostro de Mujer, sino que Nicaragua tiene rostro de pobreza, y que la pobreza de las mujeres radica en la exclusión a la que han sido sometidas en la distribución de los beneficios del desarrollo como es la tierra, el crédito, la asistencia técnica y la capacitación, los datos de este estudio muestran una situación de deterioro en las condiciones de vida de las mujeres jefas de hogar. 
  • Hombres y mujeres generan ingresos para la manutención de sus familias. Las investigaciones de FIDEG muestran que del total de los ingresos generados por las personas que tienen un empleo, el 68.7% lo aportan los hombres y el 31.3% las mujeres. Una explicación a estas diferencias en la generación de los ingresos puede encontrarse en los bajos ingresos que perciben las mujeres. Las investigaciones muestran que por lo general el ingreso de las mujeres está en un 33% por debajo del ingreso de los hombres, todo ello como consecuencia de la forma desigual en que hombres y mujeres se incorporan al mercado de trabajo.
  • Las investigaciones también muestran que la lógica en la distribución de la forma de gastar el dinero de hombres y mujeres tiene sus variantes. En efecto, mientras los hombres destinan a la compra de alimentos el 39.3% de sus ingresos, las mujeres lo hacen en un 49%. La misma tendencia sucede con los gastos en salud y educación, donde las mujeres destinan más ingresos para cubrir estas necesidades. La diferencia más fuerte, en la lógica de gastar el dinero, se encuentra en el ahorro y la inversión. Los hombres destinan el 22.4% de sus ingresos para ahorro e inversión, mientras las mujeres lo hacen en un 5.8%. Si se escudriña la realidad, se puede encontrar diversas explicaciones a esta situación:

a) Las mujeres le dan mucha importancia a la alimentación, salud y educación de su familia y no les queda dinero para ahorrar. Como muchas mujeres afirman, cuando reciben su dinero ya lo deben en la pulpería o en la farmacia.

b) Las mujeres ganan mucho menos que los hombres y todo lo que perciben lo tienen que gastar

c) Las mujeres solas, jefas de hogar, no tiene nadie que les apoye en la manutención de sus familias, por lo tanto, les es imposible ahorrar.

d) Debido a la fuerte irresponsabilidad de muchos hombres, ellos entregan a las mujeres solamente una parte del dinero que ganan y se puede dar el lujo de ahorrar, invertirlo o despilfarrarlo. La mujer tiene que aportar todo su dinero para cubrir todas las necesidades del hogar. Es decir, que el hombro que las mujeres ponen les permite a los hombres ahorrar.

Estudios internacionales han demostrado que cuando se le da empleo a una mujer, se le está dando empleo a una familia, se está garantizando la sobrevivencia de un colectivo, lo cual ha sido corroborado por las investigaciones de FIDEG.

SIMPOSIO "FEMINISMO DE LAS MIGRACIONES"

Febrero 12, 13 y 14 de 2013

Instituto de investigaciones Económicas - UNAM  

 

La migración es un fenómeno dinámico, es la movilidad de las personas; de los hombres. Por lo que se dice que dentro de este concepto la mujer es invisible, dada la ausencia de datos, estudios e información sobre de este fenómeno, que es tema central dentro de la problemática de la migración. Puede decirse entonces que por movilidad es lo masculino y la inmovilidad lo femenino. Esta movilidad es una consecuencia de la precariedad laboral o la falta de empleo.

Al pensar el tema de la migración como algo masculino, surge le pregunta sobre si la mujer gana o pierde su autonomía. Antes de migrar el hombre, la mujer no tiene presencia, una vez ocurrida la movilidad éste envía remesas para hacer acto simbólico de que sigue siendo el hombre del hogar y dejando encargada a su mujer con sus padres o su familia, para que ésta no se vaya a “portar mal”, capturando así su autonomía. Si se da el caso de que la mujer que se queda decide buscar trabajo para compensar la ausencia del hombre o para incrementar (aunque sea mínimo) su ingreso, y ella gana más dinero, no se redefine su posición en las relaciones sociales, eleva su condición económica pero desciende socialmente por el abandono del trabajo domestico.

De acuerdo a la OIT, la mitad de la migración mundial es de mujeres, con el dato de que en algunos países llega a ser hasta del 70%, debido a la feminización de la pobreza; de aquí se desprende la feminización de las migraciones. La emancipación económica, que se logra con la inserción y la fuerte demanda de trabajo por parte de las mujeres cuenta con una mayor participación en mano de obra (maquiladoras) de las mismas dada las transnacionalización de la economía. El mercado laboral, juega un papel preponderante en este proceso donde las mujeres asumen las desventajas del entorno socioeconómico y las propias del mercado laboral tales como: cuotas de sindicalización; participación; ingreso medio por hora y tiempo completo de trabajo.

El problema central de la feminización de las migraciones se encuentra en la violencia sexual y de género que sufren las mujeres al momento de movilizarse en busca de un algo mejor para ellas y sus familias. Renuncian a su cuerpo asumiendo la posibilidad de abuso como algo real o como moneda de cambio, a la explotación sexual o la trata de personas. Esto último se da principalmente porque cuando las mujeres deciden migrar muchas veces es porque las enganchan con el famoso “sueño americano” de una mejor calidad de vida y mejores ingresos, que resultan en fraude. Con certeza no se cuenta con información precisa acerca de las migraciones de las mujeres pues al enfrentar esta serie de problemas relacionados con abusos sexuales o de género no migran en el mismo transporte como el tren o el camión, ni en el mismo camino hacia el destino ya sea carretera, desierto etc, sino que en las vías alternas que utilizan como la sierra donde no se cuenta con autoridades que puedan detectarlas como en los caminos regulares y que ayude a tener un poco mas de información al respecto lo que conlleva a verse más expuestas y más vulnerables a peligros.

De aquí se desprenden la relación entre la migración y el tema del VIH, ya sea que ellas se encuentren directamente relacionadas, como en el caso de su movilidad se vean expuestas a asumir de abuso sexual por parte del “coyote”, de autoridades o de sus compañeros migrantes, o estén indirectamente relacionadas cuando es el hombre quien migra y en su camino por la soledad, la ansiedad, el consumo de alcohol y drogas, se vea implicado con sexo servidoras (en su mayoría migrantes mujeres también) y al no existir la costumbre del uso del condón exponen su salud y la de sus parejas. Por otra parte, en el tema de migración tanto de hombres como de mujeres además de existir desigualdades en cuanto al trato que se les da de acuerdo a su sexo, existen desigualdades entre los migrantes latinos a los estadunidenses o europeos. Tanto por la discriminación que persiste o la xenofobia.

En el caso de México – Estados Unidos, es evidente el gran número de mexicanos que migra hacia territorio estadunidense, se cuenta con 40 millones de mexicanos, de los cuales 12 millones son migrantes, el 45% son mujeres y 7 millones son indocumentados . El maltrato que sufren al no ser reconocidos como ciudadanos por ser indocumentados en su mayoría y por ende no pueden tener goce de sus derechos humanos. Sufren de superexplotación pues trabajan jornadas extensas, en condiciones efímeras, con los salarios más bajos y muchas veces abusando de sus capacidades por lo mismo de no estar legalizados en el país. Entre los migrantes varones de origen mexicano la menor diferencia salarial es con los trabajadores de origen centroamericano, quienes en promedio ganan 1.2 veces más que los mexicanos; los sudamericanos ganan 1.5 veces más, los africanos 40 por ciento y los asiáticos perciben el doble que el promedio mexicano. Las mujeres migrantes mexicanas también tienen el salario más bajo de todas las comunidades étnicas en Estados Unidos. Haciendo hincapié que los migrantes hombres mexicanos que trabajan en Estados Unidos tienen un salario promedio anual de 22 mil 550 dólares, y en el caso de las mujeres mexicanas, el ingreso promedio apenas llega a 10 mil dólares anuales.

Feminismo y cambio social en América Latina y el Caribe

En el contexto del pensamiento antihegemónico, el pensamiento feminista ha producido una teoría crítica que demuestra que los rostros de la dominación son múltiples, y por lo tanto deben ser diversas las formas y los agentes de resistencia a ellos. Sacar a la luz la experiencia de las mujeres, sus aportes y su estar en el mundo, es por sí mismo un proceso constructor y ampliador de la emancipación. La histórica discriminación-opresión-explotación de las mujeres como conjunto subalterno, cruza de manera percibida como natural todas las formas de dominación. Por este motivo, la opresión de género es naturalizada incluso dentro de movimientos y pensamientos emancipatorios. En los trabajos que componen el presente volumen se desarrollan las miradas feministas sobre los cambios que han venido produciéndose y están en acción en América Latina. Los enfoques son muy diversos, el Grupo de Trabajo está conformado por investigadoras feministas que provienen de distintos países y con formaciones disciplinarias diferentes, que aportan miradas nacionales y bagajes teóricos, metodológicos y experienciales variados. No cabe duda de los lazos que van y vuelven entre las ideas, luchas y participación de las mujeres y los cambios en América Latina y el Caribe, nuevas y renovadas las utopías feministas, buscan espacios y repercusión, hacen análisis y visibilizan aspectos de nuestra América posible. Esto es lo que se ha pretendido exponer y debatir en el presente libro.

Feminismo, género e igualdad

Este conjunto de textos de diversas autoras componen un trabajo donde se platea un análisis de la crisis económica-financiera vista desde la diferencia de género, se revisa el papel del trabajo no remunerado de las mujeres, previo, en y post crisis.
Se hace hincapié en la desigualdad que viene de la discriminación hacia la mujer, para llamar la atención sobre el impacto de la crisis en el mercado de trabajo según el género; tomando la información de crísis previas en Argentina, Brasil, Chile, México y Uruguay, se busca identificar las vías de transmisión de esta crisis y sus efectos diferenciados en hombres y mujeres medido desde la pobreza, el empleo y el trabajo no remunerado.

Antecedentes

¿Qué es la economía de género y la economía feminista?

En los siguientes artículos encontrarán algunas propuestas  sobre la construcción de un nuevo campo del conocimiento conocido como economía de género y economía feminista.

 

LA ECONOMÍA FEMINISTA: UNA APUESTA POR OTRA ECONOMÍA

Cristina Carrasco

Tomado de: América Latina genera (www.americalatinagenera.org)

¿HACIA UNA ECONOMÍA FEMINISTA DE LA SOSPECHA?  

Amaia Pérez Orozco

Tomado de: Ciudad de Mujeres (www.ciudaddemujeres.com)

Accumulation, Reproduction, and Women´s Role in Economic Development: Boserup Revisited

Gita Sen & Lourdes Benería

 

Servicios urbanos pobres aumentan el riesgo de violencia contra la mujer

Autor: 
La mala calidad y con financiación insuficiente de servicios públicos están exacerbando la "constante" la violencia, el acoso y la intimidación que millones de mujeres se enfrentan en las ciudades y centros urbanos en todo el mundo, según un informe.   ActionAid Internacional entrevistó a mujeres en seis ciudades - en Recife (Brasil), Phnom Penh (Camboya), Addis Abeba (Etiopía), Mombasa (Kenya), Monrovia (Liberia) y Nepal (Katmandú) - quien habló de las amenazas diarias que enfrentan, inclusive la violación, el acoso sexual, los robos y palizas en los espacios públicos y alrededor de sus hogares y lugares de trabajo.   Según el informe, la falta de acceso a los servicios públicos como el transporte, la vivienda digna, agua, saneamiento, alumbrado público y se deja a las mujeres y niñas pobres vulnerable y expuesta. Deficiencias sistemáticas de la policía para hacer frente al problema generalizado de la violencia contra las mujeres y las niñas agravado estas amenazas.   Más de la mitad de la población mundial - alrededor de 3,4 millones de personas - vive actualmente en zonas urbanas. La ONU dice que la rápida urbanización ha aumentado los riesgos para las personas que viven en las zonas urbanas, especialmente las mujeres y children.According a sus figuras, las tasas mundiales de la delincuencia aumentó en un 30% entre 1980 y 2000. Entre 2002 y 2007, el 60% de los residentes urbanos de los países en desarrollo, la mayoría mujeres y niñas, informaron que habían sido víctimas de la delincuencia.   Mujeres vendedoras ambulantes en Addis Abeba dijo a ActionAid que la falta de actuación policial significó que fueron atacados y robados en su camino a casa desde el trabajo de los hombres que sabían que llevaban dinero. En Phnom Penh, trabajadores de la confección vivían hacinados en habitaciones alquiladas, con pocos servicios básicos cerca de su lugar de trabajo. Muchos se ven obligados a caminar por caminos oscuros y fangosos tarde en la noche después de los turnos de horas extraordinarias. La falta de vigilancia y alumbrado público ha provocado el riesgo constante de ataque, asalto o asalto sexual. En Mombasa, las mujeres y las niñas que viven cerca y alrededor de los vertederos de acceso Mwakirunge falta de agua, electricidad o atención médica. La investigación concluye que la falta de servicios ha llevado a la extrema violencia, como la violación y los niños pequeños que son acosadas sexualmente.   "La violencia contra las mujeres es, obviamente, un problema global y que la mayoría de la gente vive en ciudades, servicios públicos pueden y deben ser parte de la solución para hacer que sus vidas sean más seguras", dijo Ramona Vijeyarasa, gerente senior del programa de derechos de las mujeres en ActionAid International .   Una gran parte del problema, dijo Vijeyarasa, es que las mujeres no tienen voz ni participación en las decisiones de planificación. "La planificación urbana sigue siendo en gran medida un mundo dominado por los hombres, y hasta que las mujeres pueden tener una influencia en cómo las ciudades deberían ser diseñadas y construidas, sus necesidades y la seguridad van a ser ignorados". En 2011, un estudio sobre la urbanización, la pobreza y la violencia (pdf) por el Centro de Investigaciones para el Desarrollo Internacional, dijo que el diseño de la ciudad tuvo una influencia en los patrones de género de la delincuencia y la violencia urbana. Por ejemplo, el transporte público, diseñado principalmente para las necesidades de los trabajadores, prestó poca atención a la seguridad de las mujeres.   Llegó a la conclusión de que el "lado oscuro" de los niveles de urbanización y la espiral de violencia amenaza con borrar el potencial de las ciudades para estimular los dividendos del crecimiento, la productividad y económico para algunas de las personas más pobres del mundo. ActionAid International dijo que los gobiernos deben asignar fondos para garantizar la prestación de los servicios públicos accesibles y asequibles, incluida el agua potable, salud, educación, vivienda, saneamiento, electricidad, caminos y transporte para la gente pobre, especialmente las mujeres y las niñas.   Servicios de prevención y reparación de la violencia contra la mujer, tanto en el ámbito privado y en público, también deben ser incluidos en el ámbito de los servicios públicos esenciales. Algunos esfuerzos internacionales se han hecho para tratar de resolver el problema de la rápida urbanización que conduce a niveles cada vez mayores de genderviolence. En 2011, UNICEF, ONU-Hábitat y ONU Mujeres lanzó una Ciudad segura y amigable para Todos (pdf), un programa de cinco años destinado a hacer que las mujeres y los niños se sienten más seguros en los vecindarios locales.   http://www.awid.org/News-Analysis/Issues-and-Analysis/Poor-urban-service...