Marzo

México y el TLCAN: amoldamiento y sumisión estratégica

México y el TLCAN: amoldamiento y sumisión estratégica[1]

Ariel Noyola Rodríguez[2]

El 19 de febrero pasado los presidentes de México, Enrique Peña Nieto; de Estados Unidos, Barack Obama; y el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, se reunieron en la ciudad de Toluca para llevar a cabo la Cumbre de Líderes de América del Norte. Tras cumplirse 20 años de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en enero de este año, hay consenso en que el acuerdo no logró concretar los objetivos planteados en 1994 para México, el socio comercial menos aventajado del bloque: impulsar el crecimiento y el desarrollo aumentando la productividad laboral y la competitividad internacional mediante un proceso de apertura comercial y de inversión (Center for Economic and Policy Research, febrero 2014).

Al contrario, la economía mexicana parece haber llegado a un punto de no retorno. Incrementa su fragilidad estructural y profundiza su dependencia de la economía estadunidense. Lejos de tratar los temas urgentes de la agenda bilateral (reforma migratoria, tráfico de armas, comercio, crecimiento económico, etcétera), se lleva al límite la (des)integración subordinada de México a través de la entrega sistemática de recursos naturales estratégicos y el sometimiento a todo plan de seguridad diseñado por Washington.        

Ante la complicada coyuntura de la economía mundial y la débil recuperación de la economía estadunidense durante 2013, el gobierno de Peña Nieto optó por aprobar un conjunto de “reformas estructurales” para permitir la participación de la inversión privada en áreas antes restringidas al Estado, y con ello favorecer la rentabilidad de grandes grupos de capital estadunidense. Sin embargo, aún no existen indicios de recuperación del crecimiento. Al cuarto trimestre de 2013, México registró un avance de 0.7 por ciento, y en todo el año apenas creció 1.1 por ciento, la cifra más baja desde 2009, cuando la actividad económica mundial se desplomó en medio de la crisis hipotecaria subprime. Para 2014, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y la encuesta del Banco de México estiman en 3.9 y 3.4 por ciento el crecimiento económico; sin embargo, el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado y el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas, AC, lo calculan cercano a 3 por ciento y con alta probabilidad de que apunte a la baja en los próximos meses (El Financiero, 19 de febrero de 2014); con todo y el aumento de la nota crediticia, primero de parte de la agencia de calificación de riesgo Standar & Poor’s a BBB+ en diciembre de 2013, y luego de Moody’s, desde Baa1 a A3 en febrero de este año (Bloomberg, Limeted Partnership, 5 de febrero de 2014). ¿Dónde quedó el llamado “momento de México”? Es evidente que tanto la estimación oficial de crecimiento como la evaluación de las calificadoras de crédito están sobreestimadas.

Con relación a la posición mexicana en la economía mundial, cabe destacar que el ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio en 2001, terminó por reorientar gradualmente el flujo de importaciones no petroleras de Estados Unidos en detrimento de la economía nacional. Mientras la presencia de esta última en el mercado estadunidense pasó de 7 a 12 por ciento, China incrementó su posición de 6 a 25 por ciento en las 2 décadas del TLCAN. Asimismo, el déficit comercial de México con China por 100 mil 925 millones de dólares en 2013 (una relación entre importaciones y exportaciones de 7 a 1) no hace sino poner de manifiesto el rotundo fracaso de la industria maquiladora.

El ajuste para reducir las presiones sobre los pagos al exterior ha consistido básicamente en reducir los costos de producción mediante la desvalorización de la fuerza de trabajo (aumento de la jornada de trabajo, incremento de la intensidad de trabajo sin aumento salarial y reducción del fondo de consumo de los trabajadores). Las organizaciones del Foro Trinacional Multisectorial calculan en 6 millones 84 mil 740 puestos de trabajo el déficit acumulado de empleo de las últimas 2 décadas (véase “Mitos e impactos del TLCAN a 20 años a nivel trinacional”, http:// bit.ly/1fEVtvb). En enero de 2014, el Instituto Mexicano del Seguro Social reportó la creación de 21 mil 979 empleos, una caída de 50.3 por ciento y 71.6 por ciento con relación a 2013 y 2012, respectivamente. El poder adquisitivo del salario mínimo disminuyó 20.13 por ciento en comparación con 1994 y 76.48 por ciento con 1976. De acuerdo con el Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México, un trabajador que percibe un salario de hasta 60 pesos diarios requiere únicamente 9 minutos para generar el valor de su trabajo. El resultado es un creciente nivel de pobreza. Mientras en 1994 el 52.4 por ciento de los mexicanos se encontraba en situación de pobreza, para 2012 la cifra se ubicó en 52.3 por ciento: el peor desempeño en la región, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

Finalmente, la incorporación de México a la Alianza del Pacífico y al Acuerdo de Asociación Transpacífico ejemplifica de manera nítida su amoldamiento al doble imperativo estadunidense de fracturar la integración latinoamericana y contener el ascenso económico de China, cuestión abordada en nuestra próxima entrega.

[1] Texto preparado para la Revista Contralínea. Disponible en Web: http://bit.ly/1cGiOy9

[2] Miembro del Observatorio Económico de América Latina, del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Contacto: anoyola@iiec.unam.mx

Necesidades de Financiamento de Soberanos Latinoamericanos en 2014

Fitch Ratings estima que los gobiernos de América Latina (17 países países analizados en el informe) requerirán emitir 491,000 millones de dólares (mdd) para financiar déficit fiscales y refinanciar deudas existentes, un aumento de 9% comparado con 2013. Este aumento se debe principalmente a la expansión de los déficit fiscales y a una leve caída en las amortizaciones de deudas. Así, las necesidades de financiamiento podrían alcanzar 8.2% del PIB regional en 2014, comparado con 8.2% promedio registrado durante 2012-2013. Se proyecta además una oferta de bonos externos para la región de 17,300 mdd en 2014, 8,000 mdd menos que en 2013. De este modo, Fitch estima que América Latina podría cubrir hasta un 92% de sus requerimientos de fondeo con fuentes domésticas, principalmente mediante subastas de bonos.

Las dos economías más grandes (Brasil y México) serán las mayores contribuyentes al deterioro fiscal de 2014. Asimismo, se espera que más de la mitad de los países latinoamericanos aumenten sus brechas presupuestales, expandiendo el déficit fiscal agregado de la región a 3% del PIB regional durante el año en curso, desde 2.3% en 2013. La mediana de las necesidades de fondo de los 17 países incluidos en este informe será de 6.1% del PIB en 2014. Esto compara favorablemente con la mediana de los soberanos calificados por Fitch en Europa Central y del Este (8.3%), Asia (9.3%) y África y el Medio Oriente (10.1%).

Finalmente, como riesgos globales deben tomarse en cuenta el retiro del estímulo monetario de la Reserva Federal estadounidense y la desaceleración en el crecimiento de Asia Pacífico, específicamente China lo cual podría profundizar la caída del precio de materias primas y presionar sobre las fuentes de financiamiento de América Latina.

Alianza del Pacífico: bastión estadounidense del regionalismo abierto

Alianza del Pacífico: bastión estadounidense del regionalismo abierto[1]

Ariel Noyola Rodríguez[2]

La crisis de deuda de la década de 1980 marcó un punto de inflexión en los esquemas de integración bajo la perspectiva cepalina (haciendo alusión a la teoría económica desarrollada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, desde 1950). De una estrategia basada en la industrialización sustitutiva de importaciones y la ampliación del mercado intrarregional se pasó a otra sustentada en las exportaciones extrarregionales impulsada por un proceso de liberalización comercial creciente que culminó con la adhesión al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por su sigla en inglés). Así, ya en la década de 1990, la Cepal hizo del regionalismo abierto la doctrina para la “transformación productiva con equidad” con fundamento teórico en el equilibrio walrasiano-paretiano: máxima optimización de los recursos con base en las señales del mercado de libre competencia.

El planteamiento central de la Comisión consistía en hacer compatibles las políticas de integración regional (acuerdos preferenciales) con las de apertura (libre flujo de bienes, servicios y capitales) para aumentar la competitividad. Sin embargo, este enfoque omitió nociones elementales de poder y conflicto, tópicos fundamentales para comprender la dinámica de las relaciones económicas internacionales bajo el capitalismo: eliminó de facto el dilema del desarrollo en un mundo económicamente interdependiente y jerarquizado; hizo abstracción del contexto económico de la etapa (mundialización del capital dirigida por empresas trasnacionales); y suprimió el análisis de los efectos de la integración sobre el capitalismo periférico. En suma, la concepción desarrollista de integración se transformó en un mecanismo de subordinación al mercado mundial abandonando así sus funciones como instrumento compensatorio de las tensiones de la industrialización periférica en curso.

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ejemplifica claramente este giro. Para México, según la Cepal, el TLCAN permitió “un acceso más estable a su principal mercado [Estados Unidos], reforzó la credibilidad de sus políticas y garantizó la incorporación del país al proceso de globalización” (Cepal, El regionalismo abierto en América Latina y el Caribe, 1994, http://bit.ly/1kjTjST). Luego de 20 años de su entrada en vigor, la prospectiva cepalina quebró: la recuperación estadounidense tras la crisis de 2007-2008 permanece incierta, y con ello su “efecto de arrastre” sobre la economía mexicana; la “credibilidad política” (equilibrio fiscal, control de la inflación, contención salarial, etcétera) derivó en una distribución regresiva del ingreso y, finalmente, la “incorporación a la globalización” quedó reducida a la emigración masiva de mano de obra hacia Estados Unidos y la extranjerización de la planta productiva.

Iniciado el nuevo milenio, Washington intentó consolidar el libre comercio para el conjunto de América Latina a través de un “TLCAN ampliado”: el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Si bien la iniciativa estadounidense logró frustrarse en Mar de Plata, Argentina, en 2005, como resultado de una fuerte oposición popular y el ascenso de gobiernos de centro izquierda, Estados Unidos se abrió paso con la firma de acuerdos de libre comercio bilaterales con Centroamérica y el Caribe y sumó varios aliados en Suramérica. En este sentido, la Alianza del Pacífico (lanzada en Lima, Perú, en abril de 2011) que integra a Chile, Colombia, México y Perú, constituye hoy una especie de mini-ALCA y la continuidad del regionalismo abierto. En el plano económico, representa el 35 por ciento del producto interno bruto, 50 por ciento del comercio y 41 por ciento de la inversión extranjera de América Latina. En agregado, las cuatro economías constituyen la octava economía mundial y la séptima potencia exportadora. En el plano geopolítico, el bloque se amolda bien a los intereses estratégicos estadounidenses: hace avanzar de otra forma el libre comercio con las Américas; disputa hegemonía regional con otros procesos de integración (la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, el Mercado Común del Sur, la Unión de Naciones Suramericanas, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, etcétera); y articula una estrategia subregional con gobiernos neoliberales afines para hacer frente al desafío económico chino a través de su apéndice global, el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por su sigla en inglés).

En febrero de este año, bajo el marco de su VIII Cumbre, la Alianza del Pacífico concretó la eliminación arancelaria sobre el 92 por ciento de los bienes y servicios, y la adhesión de Estados Unidos en calidad de nuevo Estado observador junto con 13 países, sumando un total de 29. Adicionalmente, Costa Rica acelera los trámites para ingresar como miembro pleno y no se descarta que Washington pueda hacerlo en breve. Con todo, el éxito de la Alianza no está asegurado. El regreso de Michelle Bachelet a la presidencia de Chile y su deseo de “recuperar” las relaciones con Brasil y Argentina (miembros del Mercado Común del Sur), “revisar exhaustivamente” el TPP y “reforzar” sus vínculos con China (Xinhua, 12 de marzo de 2014) podría poner en cuestión los términos de la Alianza y acotar las ambiciones económicas y geopolíticas de Estados Unidos en la región.

[1] Texto preparado para la Revista Contralínea. Disponible en Web: http://bit.ly/1hTu9YO

[2] Miembro del Observatorio Económico de América Latina del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Contacto: anoyola@iiec.unam.mx

Argentina: Reflexiones sobre la crisis

Los efectos de la crisis de 2007/2008 iniciada en Estados Unidos dejaron claro que para el caso de Argentina, no se previó que la crisis podía desatar una fuga de capitales en el orden económico interno. Conjuntamente con esto, se manifestó el deterioro del superávit de la balanza comercial y fiscal. En simultáneo, ese deterioro volvió más difícil el pago del servicio de la deuda externa, las disponibilidades de dólares, y de moneda extranjera para hacer frente a los requerimientos de importaciones necesarias para el funcionamiento de la actividad económica interna. Luego, se desató un proceso inflacionario que a su vez llevó a un “retraso cambiario”, esto es, a que la producción nacional pierda competitividad en los mercados internacionales y a que el pago de las importaciones se haga más oneroso. Con la expectativa de que el gobierno argentino devaluaría, se precipitó aún más la fuga de capitales.

No obstante, lo que es evidente que Argentina no ha resuelto su problemática estructural. Por ejemplo, a raíz de la crisis en casi todos los sectores de la economía se produjo una creciente concentración y centralización de capitales. Esta concentración y extranjerización quedaron de manifiesto por ejemplo, en la persistencia del extractivismo. De otro lado, si bien durante el gobierno de los Kirchner algo se avanzó en la industrialización, ésta no fue sustitutiva de importaciones ni generadora masiva de empleo.

En la coyuntura actual, la devaluación agravó la crisis. El peligro de todo esto es que se termine aplicando un ajuste altamente regresivo a la usanza del Fondo Monetario Internacional.

Beginning of the End of the Neoliberal Approach to Development?

La crisis de los noventa del sudeste asiático permitió la ruptura con los esquemas neoliberales del desarrollo impuestos por el Consenso de Washington desde principios de la década de los ochenta.

A partir de ese momento, el conjunto de políticas aplicadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) sufrieron una crisis de legitimidad a tal punto, que el presupuesto del primero llegó a un mínimo histórico.

En 2009, tras la crisis de 2007/2008 Estados Unidos pretendió relanzar al FMI a nivel global con lo cual algunos países en desarrollo realizaron nuevos aportes a la institución multilateral al tiempo que ésta flexibilizaba sus condicionalidades.

No obstante, la “renovación” del FMI ha resultado insuficiente frente a la crisis, de ahí entonces la creciente influencia de organismos regionales y de una tendencia mayor hacia la multipolaridad.

Texto completo da clíck aquí

Fondos Buitre. El juicio contra Argentina y la dificultad que representan en la Economía Mundial.

“Buitre” es un adjetivo que se utiliza para quienes sacan ventajas de alguien o alguna situación en desgracia.

Los fondos buitres han sido una novedad desafortunada en el ámbito financiero. Como tal se definen como los fondos de capital de alto riesgo que compran a precio de default títulos de deuda de las economías más débiles y al borde del colapso.  Sin embargo, los tenedores de este tipo de bonos no entran tal cual en la dinámica del mercado, sino los compran con el objetivo de que se pueda reclamar legalmente el valor del bono completo más los intereses que se generaron.

Este tipo de bonos llamaron la atención pública, luego que Argentina ofreciera una apertura de canje de su deuda en default en 2005; pues cuando el 91% de los acreedores aceptaron entrar en las negociaciones, el 9% restante esperaba rechazarlas para exigir el valor total de los bonos.

No obstante, las formas legales para reclamar los bonos sólo alimentan rumores y mitos en torno a las naciones. En el caso de Argentina, se inició la percepción general de que no pagaban sus deudas ni les interesaba y que además no negociaban de manera justa.

Entonces, los fondos buitres se aprovechan de las situaciones varias veces, pues compran muy barato los bonos de acreedores que los venden en desesperación, y una vez que son suyos, presionan a los países para que se les pague el valor completo de dichos bonos, mismo que ellos no pagaron. Esta práctica no aporta realmente nada a la economía, y sus prácticas de presión bloquean la recuperación de los países por la percepción que se les crea ante el mundo y haciendo que tengan que pagar deudas millonarias.

En la década de los años ochenta, las deudas soberanas se contraían con los bancos. Sin embargo la banca no buscaba demandar ni entrar en pleitos legales con los países, ya que sólo obstaculizarían las actividades comerciales y la rentabilidad a largo plazo. Después de la crisis económica de 1982 que se inició en México, los países afectados hicieron reestructuraciones. Entonces, el Plan Brady que se hizo con la intención de ser un aliciente para los países endeudados, terminó afectándolos más, pues permitió el comercio libre en el mercado de los títulos públicos de deuda. En este momento se inicia su compra y el concepto de Fondo Buitre.

Habiendo conceptualizado los fondos buitres, el presente trabajo analiza distintos casos que bien fomentaron o inhibieron la expansión de este tipo de prácticas.  Se profundiza en el caso Weltover contra la República Argentina de 1992, Elliot Associates Inc contra la República de Perú y NML Capital ACP LLC II LLC contra la república Argentina.

Finalmente se explican las consecuencias económicas y hasta sociales que puede tener un fallo a favor de los fondos Buitres. Pues como se mencionó anteriormente, entorpecen la recuperación de las naciones, pero se disfrazan como una salvación en los momentos de crisis más fuertes de los países, cuando necesitan de la cooperación internacional para recuperarse y no para hundirlos.

Integración Monetaria, Crisis y Austeridad en Europa.

La construcción de la Unión Monetaria en Europa fue un proceso de tres etapas. Se inició con la liberalización de capitales y la coordinación de políticas económicas; de ahí se pasó a la siguiente etapa de creación del Instituto Monetario Europeo en 1994, y obligan a los países interesados a entrar a independizar sus bancos centrales del gobierno  y financiar los déficits públicos.  La tercera etapa fue sobre fijar los tipos de cambio de los países que aspiraran a la Unión, y todos adoptaron el Euro. 

La soberanía del Estado sobre sus políticas monetarias es abolida totalmente, pues es ahora parte del ámbito supranacional y administrada como tal, pero sin contar con un federalismo fiscal que lo harían una unión monetaria óptima. El Banco Central Europeo tiene una autonomía que no se había visto antes, incluso superior a la de la Reserva Federal de Estados Unidos.

Europa se ha impuesto a si misma reformas de corte neoliberal, que van desde sus criterios de aplicación hasta sus objetivos, donde las necesidades de su sociedad se les ha ido adaptando  las necesidades de mundialización.

Con el estallido de la crisis económica mundial de 2007, se tuvieron consecuencias funestas en Europa hasta 2010, donde las deudas públicas de los países se dispararon hasta el 85% del PIB. La situación no mejoró con las declaraciones públicas de los dirigentes europeos, las cuales eran contradictorias, implicando la falta de coordinación y consolidación de la Unión. Tampoco tenían mecanismos para prever que los problemas a nivel macro de un país pudieran afectar a toda la UE, o incluso afectar la viabilidad del Euro.

Se tuvieron que establecer Fondos de Estabilización y comprar deudas soberanas de los países más vulnerables o en la peor situación. En esta crisis, como en muchas de la historia, una vez más se pusieron  a discusión los defensores de Hayek, y las de Keynes, cada uno argumentando sus propuestas para encontrar una solución.

Las políticas públicas se están sometiendo a una minoría que no fue electa democráticamente, que tiene influencia política y que tampoco se hace responsable ni es juzgada por medios legales. Que imponen la austeridad a las sociedades sin padecerla. 

Estados Unidos sin recuperación ni inflación

Estados Unidos sin recuperación ni inflación

Oscar Ugarteche[1], Ariel Noyola Rodríguez[2]

El presidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, Ben Bernanke, al enfrentar la mayor crisis después de la Gran Depresión de 1929, a partir de noviembre de 2008  dejó a un lado dos de los tres objetivos del banco central, la estabilidad financiera y el control de precios, e hizo del tercero, el pleno empleo, el  blanco de la política monetaria: los programas de estímulo monetario (Quantitative Easing) puestos en marcha no serían retirados hasta que la tasa de desempleo se redujera a 6.5 por ciento. Ahora, empero, la Fed retira el estímulo monetario mientras Estados Unidos no asiste a una recuperación sostenida del PIB, ni a una baja sustancial del desempleo, y parece enfrentar riesgos de deflación y de nuevas burbujas financieras.

El Bureau of Economic Analysis (BEA), desde hace como cinco años saca proyecciones de crecimiento trimestrales que luego revisa a la baja con variaciones sustantivas. De esta forma, los anuncios del PIB hay que mirarlos con precaución, no en su primer anuncio sino en la tercera revisión. El primer anuncio parece hecho para manejar expectativas y tomar decisiones de política monetaria. En septiembre de 2013, fecha del estimado más certero del crecimiento del PIB anual, calcularon que el año cerraría en 2.8%, muy encima de lo observado de 2009 en adelante. A la tercera revisión en marzo de 2014 el dato fue de 1.9% anual del año 2013 en su conjunto. Según la BEA se debió a una caída en la tasa de formación bruta de capital, del consumo privado y a un menor gasto público, lo que tiene sentido en el marco de políticas de austeridad fiscal. Eso pone las cifras anuales de crecimiento de 2009 en adelante en -2.8%, 2.5%, 1.8%, 2.8% y 1.9% en el 2013. No existe pues una recuperación vigorosa. Los estimados, siempre están en el ojo del que mira.

Los programas de inyección comenzaron en noviembre de 2008 para reactivar el crédito y evitar la deflación con el QEI que se mantuvo hasta agosto de 2010. La inflación (core inflation) anual a mayo de 2010 bajó hasta 0.3 % que es cuando Bernanke decidió inyectar liquidez más seriamente para generar un poco de inflación monetaria. Entonces inició el QEII en noviembre. Este sí tuvo algún efecto y en agosto de 2011 la inflación llegó a 3.1% anual y comenzó el declive. Por ello, en septiembre de 2013 se inició el QEIII con un monto inicial de 45,000 mdd, que aumentó a 85,000 mdd en diciembre de ese mismo año. Con todo y estímulos monetarios, la evidencia muestra que la inflación está de bajada desde 2011 cuando cerró el año en 2.9%; en 2012 fue de 1.9% y finalmente en 2013, de 1.7 por ciento.

A lo anterior se suma la débil recuperación del mercado laboral. El desempleo parece estancado en 6.7% a febrero de 2014. El cálculo oficial deja de lado que en los últimos cincos años alrededor de 5 millones 730 mil personas abandonaron la búsqueda de trabajo ante la debilidad estructural de la economía estadounidense según The Economic Policy Institute. De añadirse en la contabilidad, la tasa de desempleo sería de al menos 10 por ciento. El rumbo de la macroeconomía a todas luces va por la reducción salarial en un intento por exportar más, lo que no está induciendo una recuperación de la tasa de inversión fija, ni menos aún la recuperación sostenida del ritmo consumo o producción de bienes y servicios a los niveles previos a la crisis.

En comparación con marzo de 2009, los índices de la Bolsa de Nueva York, el S&P 500, el Dow Jones y el Nasdaq han aumentado 178, 151 y 242% respectivamente. El peligro está en que los índices de la Bolsa no se sostienen con los datos económicos a la vista. Las compras masivas de bonos del Tesoro y de activos hipotecarios llevaron a que la hoja de balance de la Fed pasara de 1 billón a 4.18 billones (trillions en inglés) de dólares entre septiembre de 2008 y marzo de 2014. Muchos de estos salieron como capitales de corto plazo a los mercados emergentes. El retiro del estímulo pretende el retorno de los capitales para empujar el crecimiento en el centro al costo de estrangular al resto del mundo a través de depreciaciones cambiarias y caídas de las bolsas de valores, con las consecuentes reducciones del consumo y crecimiento económico.

El efecto global del retiro del estimulo monetario es triple cuando se considera que hay un triple arbitraje en los mercados de dinero, cambiario y de valores. La tasa de interés cero ha empujado los capitales al exterior y con estos anuncios hay regresos a casa. La rentabilidad en dólares es muy baja pero ante la posibilidad de shocks cambiarios es un refugio. Así tenemos la reversa del triple arbitraje. Hay quienes están regresando también a yuanes y a euros, ambos de mayor rentabilidad. Al mismo tiempo bajan los precios de los commodities y se produce un ajuste del consumo en las economías emergentes.

La semana que terminó el 12 de marzo, los bancos centrales vendieron 106,000 mdd invertidos en bonos del Tesoro estadounidense para sostener sus tipos de cambio, la mayor caída semanal en la historia. Una semana después, Janet Yellen, ahora al frente de la Fed, anunció la reducción del estímulo monetario a 55,000 mdd mensuales y declaró que el final de la política monetaria basada en bajas tasas de interés ocurrirá “mucho más allá del momento en que el desempleo sea de 6.5 por ciento”. Para evitar el mal rato de anunciar que el desempleo crece, mejor ha sido sacarlo de los criterios para retirar el estímulo monetario. El augurio para 2014 no es el mejor y consolida la tendencia de un ritmo bajo de crecimiento a nivel mundial.

Disponible: Aqui

[1]Economista peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Miembro del SNI/Conacyt. Coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA) www.obela.org y presidente de ALAI www.alainet.org

[2]Miembro del proyecto OBELA, IIEC-UNAM. Contacto: anoyola@iiec.unam.mx

Tema de investigación: 
Crisis económica

Informe sobre el Comercio y Desarrollo 2013

Autor: 

El mundo sigue sin recuperarse completamente de la crisis económica que se inició en 2007. Los líderes de las naciones más fuertes no han dado un discurso congruente que pudiese evidenciar una línea de estrategia de recuperación. En cambio, los países desarrollados han optado por implementar políticas económicas expansivas, aumentando sus exportaciones pero sin incentivas la demanda interna lo suficiente. Los países en desarrollo son los principales receptores de las exportaciones de los desarrollados, y han podido mantener su demanda interna, pero también han seguido las mismas políticas expansivas enfocadas a las exportaciones. Sin embargo, si todas las naciones siguen las mismas políticas macroeconómicas, todas van a dejar de crecer.

Los países en desarrollo han tenido un mayor crecimiento de su Producto Interno Bruto. En Asia, países del sudeste son los que hacen que se mantenga el crecimiento de la producción en la región, ya que China se vio afectada en sus exportaciones por la desaceleración de la demanda externa, y se apoya en los países del sudeste como Indonesia, Filipinas y Tailandia que con sus políticas de ingresos sostienen la demanda interna, y como se mencionó anteriormente podrían acelerar la producción los siguientes años.

Los países del África Subsahariana han tenido crecimientos en una tasa anual mayor al 5% por las exportaciones de materias primas, no obstante, éstas se pueden ver reducidas en los próximos años por la desaceleración de la demanda externa.

Los países en desarrollo tienen buenas oportunidades de mejorar su posición en la economía mundial, si logran ampliar su demanda interna, y continúan con sus estrategias de desarrollo Sur-Sur. Asimismo, esta misma demanda ayudará a los países desarrollados a recuperar su crecimiento, mediante el  consumo de las importaciones.

Con la crisis también, se detuvo casi por completo la expansión del comercio internacional. Europa no ha consolidado su comercio interno, y eso ocasionó el descenso de sus exportaciones en el año 2012. En el caso de Japón, sus exportaciones no se han recuperado desde el terremoto de 2011. Esta misma desaceleración asiática que impulsaba fuertemente al comercio internacional, ha afectado en mayor medida a los países en desarrollo. China por ejemplo, que tenía una tasa anual de crecimiento de sus exportaciones de 27% de 2002 a 2007, se vio disminuida en 13% en 2011 y 7% en 2012, lo cual ya es menor a la tasa de crecimiento de su PIB.

A pesar de que el comercio mundial ha crecido a una tasa de poco más del 1% después de la recesión de 2007-2008, los gobiernos no se han enfocado en hacer políticas expansivas que estimulen la demanda interna, que pueda consumir tanto de la oferta nacional como de las importaciones de los países desarrollados, sino en cambio, se han enfocado en los mercados financieros, aplicando políticas de austeridad fiscal.

La lógica que rige estas acciones es el temor de que la prima de riesgo de los países sea mayor, e imponer mayor carga de la deuda soberana a las finanzas públicas. Estas políticas que todos los países han impuesto al mismo, al contrario, han aumentado la tasa de paro -que por supuesto no incentiva la demanda privada-, así como la deflación general.