Brenda Marín

El pasado 24 de abril en aproximadamente 40 ciudades de México se realizaron una serie de movilizaciones para exigir respeto y el cese de violencia en contra de la mujeres. Numerosos fueron los contingentes que se dieron cita conformados especialmente por mujeres, pero también por una buena cantidad de hombres que abogan que la lucha feminista no distingue género.

El motivo principal de la marcha fue poner en evidencia la violencia de género presente y arraigada en el país representada por el alto número de feminicidios; es por ello que los manifestantes que llegaron a la Ciudad de México partieron desde Ecatepec, el municipio del Estado de México que concentra la mayor tasa de feminicidios en el país.

Sin embargo, la violencia de género no es algo que se concentre en el centro, hace algunos años, los estados del Norte, especialmente Chihuahua concentraba la mayor tasa de feminicidios en ciudades maquiladoras, la violencia creció a tales dimensiones que tuvo que ser necesaria la intervención de Organizaciones Internacionales y No Gubernamentales para la creación de políticas que atendieran dicha problemática. La consigna "Vivas nos queremos" expresa la urgencia de cuestionarnos cuál es la situación de la violencia en el país y partir de ahí para realizar un análisis para la cuestión de violencia de género.

Este análisis parte de la reflexión generada con la elecciones peruanas, en donde dos mujeres se encuentran dentro de las contendientes más fuertes para la presidencia. Es así que se analiza, además del escenario peruano, aquellos países que tienen o han tenido como presidenta a una mujer, como Chile, Argentina, Brasil y quizá en un futuro pueda incluirse Perú.

Se identifica un aumento en la participación política por parte de las mujeres de la región, sin embargo, aún premia la masculinización en la esfera política del mundo, como énfasis, de los 19 países que conforman América Latina, sólo 3 de ellos han contado con una mujer al frente de la dirección.

A pesar de que en la mayoría de ellos se hayan impulsado políticas que fomenten la participación femenina, se observa también que en gran medida las denominadas "cuotas de género" no han ayudado a transformar la estructura masculina y patriarcal que impera en los sistemas políticos de la región.